¿Tú qué
harías en un día especial, si vives a más de 2000 millas de la persona
a la que deseas dar un abrazo? Yo creo que le regalaría palabras. Sumaría
garabatos para decirle que no pensar en ella a diario sería tan posible como
bailar el vals a la pata coja con un dinosaurio.
Le confesaría que a menudo recorre
conmigo el camino hacia el trabajo, cantamos a dúo en la ducha, o nos
acurrucamos en el sofá antes de quedarnos dormidas. Es más, le diría que la dulzura de Noviembre nació también aquel lunes de
otoño de hace 25 años, y no el mes en el que Keanu Reeves enseñó a Charlize Theron a bailar
música lenta. Se inventó sólo por ella, que es la fuerza que sostiene mi
equilibrio y le echa un pulso a la gravedad. La misma que perfila mi sonrisa con
tizas de colores y asusta a los rayos si amenazan tormenta.
Sí. Definitivamente, creo que eso haría. Escribiría unas líneas como
éstas. Y justo antes del punto y final, añadiría sin titubeos que la quiero.
Como Agosto quiere al Sol y la primavera a los cerezos.
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