jueves, 28 de abril de 2011

Photofinish

Todos tenemos cicatrices. Algunas son superficiales y otras más profundas, de las que parece que nunca dejarán de doler. Tú eres una de ésas, ¿estás orgulloso?

¿Sabes lo que es sentirse tan mal que ni siquiera sientes nada? No te lo deseo. Pero hace daño. Y jode. Que mientas, e iluso de ti, pienses que te creo. Que ayer brillaras mucho y hoy no seas ni la sombra del sol que yo veía.

Es curioso, ese miércoles del Madrid – Barça, tu equipo perdía y tú con él, la poca educación que te quedaba. Algo me dice que, aunque ahora no pueda darme cuenta, después de todo he sido yo quien más ha ganado…


lunes, 11 de abril de 2011

La diferencia que supone un día

Creo que empiezo a entenderlo. Todas esas leyendas de mariposas en el estómago, almas gemelas y medias naranjas… Es cuestión de tiempo.

Puede que llegara en el momento equivocado, pero ya sabes, estas cosas no se eligen. Se sienten y punto. Sería precioso que dijéramos “fue un flechazo” o “desde que te vi, supe que ibas a ser la persona más importante de mi vida”, pero no somos así. Nunca lo hemos sido, y al fin y al cabo, también en eso hay parte de magia, ¿no?
Porque lo que intento explicarte, aunque a trompicones y con algún que otro traspiés, es más excitante que una tarde en el parque de atracciones, tan sincero como la primera de las sonrisas

Que nunca antes había hablado con alguien durante horas seguidas, y me parecieron minutos; que nadie como tú, acariciándome la cara, me había tocado el alma; que me muero de ganas por besarte en los labios y curarte el corazón; que, como dice Guido, sólo si me volviera loca te diría que haría el amor contigo, delante de tu casa, toda la vida.

Pero eso ya forma parte de otro capítulo… Y si tú quieres yo puedo robarle horas al día para escribirlo.

miércoles, 6 de abril de 2011

Con las ganas...

Dimenticare en italiano, o más romántico si apuras, oublier en francés. Del derecho o del revés, en chino o en suajili, la opción más cobarde. Puede que duela más que el recuerdo, que mañana me arrepienta y me persiga eternamente el ¿qué hubiera pasado si…?
Pero a veces, demasiado es suficiente. Y yo ya he cruzado los límites que sospechaba, y los que no podía ni imaginar también.
Guardaré el te quiero que quema en mi garganta, los colores de tu sombra y las canciones que compuse, para el tiempo y la distancia.

Sí, lo sé, esa manía mía del perfeccionismo, yo tampoco me lo explico… que vaya a dejar este trabajo en un boceto, sin justificar, con los renglones torcidos y palabras que desafinan.
Y que incluso, aunque lo diga con la boca pequeña, borraría si pudiera el prólogo que empezamos a escribir aquel maldito abril.