No sé cómo
ha ocurrido. Si ha sido cuestión de meses, días o segundos. Pero, de repente, me
he dado cuenta. ¿Cuántas personas con las que he compartido secretos, lágrimas,
Turnedo y muchas sonrisas al calor de un café, son ahora completas desconocidas?
Y por
un momento, tal vez durante esos 3:33 minutos en los que Ferreiro llueve de nuevo en mis
oídos, cierro los ojos. Canto, recuerdo, siento, imagino… y deseo subirme al globo
aerostático que un día construiste para mí, con el aire que me robabas al
dejarme sin respiración. Volar, volar muy alto y tan lejos… Hasta romper la
barrera del tiempo. Y girar hacia atrás las manecillas para pedirle al
reloj que recupere esos meses en los que las haches aún eran mudas y las noches acababan
en rayos de Sol.
¡Hasta el infinito y más allá!